domingo, 25 de agosto de 2019

Los buses de la selva

por Jorge Salgado

Erase una vez, un una selva densa y profunda, un familia de monos. Los monos tenían una fascinación con las frutas, particularmente el banano. Sin embargo, tenían un serio problema: el árbol de su banano favorito se encontraba al otro lado de la selva. Esto los llevo a pensar en una solución. Abuelo Mono sugirió ir columpiándose, tal como siempre se ha hecho. A Papa Mono le disgustó la idea, ya que tenia que cuidar a los niños con una mano, y no podía columpiarse solo con la otra. Fue entonces que a Niña Mona se le ocurrió una idea. Un sistema de transporte donde animales transportaban grandes cantidades de comida y animales en tablas de madera. Esto solucionaría el problema de los padres cuidando a los niños y aumentaría el transporte de alimentos.
- Las hormigas son fuertes y trabajadoras – exclamó Niña durante la reunión familia - y hay miles de ellas en todo el bosque. ¿Por qué no les pedimos ayuda?
-¡JA! - carcajeo Abuelo Mono – Ni las hormigas, ni los monos, ni nadie te va a ayudar de gratis. Ademas, los monos somos los mejores recogiendo bananas. Nos hemos enseñado por generaciones ¡Podríamos construir catedrales si quisiéramos!
Surgieron varias discusiones y al final Niña y Abuelo tomaron caminos separados. Abuelo reunió al resto de la familia, escogió la madera, los asientos para los monos, y la mejor ruta para tomar. Por otra parte, Niña se reunió con las hormigas. Las hormigas, siempre enérgicas y organizadas, decidieron ayudarles en su tiempo libre. Niña les explico el problema que tenía. Varias hormigas le llevaron diferentes tipos de maderas, varias propuestas de rutas e incluso problemas propios que las hormigas encontraron en el camino. Niña delegó, organizó y lideró su propio sistema de transporte.
Con el tiempo, otros animales pidieron unirse al proyecto como clientes del sistema de transporte. Ademas de bananas se recogían todas las demás frutas del bosque. Esto conllevó a varios cambios en los sistemas. Los asientos tuvieron que acomodares a las diferentes especies, las tablas tendrían que cambiarse, entre otras cosas. La filosofía de Abuelo siguió su curso. El planeaba todos los cambios para que un solo diseño se acomodara a todas las necesidades de la mejor manera posible. Para compensar con todo el trabajo extra del que los monos no se beneficiaran, Abuelo pedía una compensación a sus clientes. Niña llamó a sus clientes y les pidió ser parte de la solución. Al final, existieron varios sistemas dentro de la filosofía de Niña que se acomodaban específicamente a las necesidades de cada especie de animal en el bosque. Al pasar varios años , Niña y Abuelo tuvieron una conversación.

-Niña ¿cómo lo hiciste? -preguntó el abuelo mientras se ahogaba en papeles y planos – mis tablas se rompen cada mes, los asientos son incómodos, y estoy hasta el cuello de trabajo.

Niña, fresca como una lechuga, le respondió:

-Todos los animales tenemos algo que aportar y todos tienen problemas que quieren solucionar. Las hormigas son pequeñas y débiles, pero son muchas. Las aves no pueden cargar mucho peso pero tiene una gran visión de todo el bosque. Yo miro este bosque como una comunidad que se ayuda mutuamente, y no pretendo tener todas las respuestas.


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